Señoras y señores:
Muchas gracias a todos por acompañarnos hoy y sobre todo, muchas gracias a todos los que han dedicado su tiempo y esfuerzo durante los últimos meses a preparar las propuestas que hoy componen los resultados de esta IX convención del CONEP.
Quiero comenzar compartiéndoles que mientras preparaba estas palabras, no podía evitar pensar en estas fechas, pero dos años atrás. Yo no lo sabía, pero noviembre de 2017 iba a ser un mes difícil de olvidar.
Fue cuando tuve el honor de ser elegido presidente del CONEP. Y aunque mi labor no comenzaría hasta enero, recuerdo como si fuera ahora mismo que el pensamiento que más veces me repetía en la cabeza era: “¿Cómo me he metido en este lío?”.
Los que me conocen bien saben que siempre me ha gustado mantener un perfil bajo, no suelo hablar mucho en público… En fin, me tocó.
Sin embargo, pasado ese primer momento, me di cuenta que no estaba solo en esta labor, sino que contaba con un equipo excepcional y con el apoyo de muchos empresarios y empresarias de nuestro país.
Por tanto, decidí poner en esta tarea toda mi entrega y dedicación convencido como estoy, de lo mucho que podemos hacer por nuestro país y por nuestro sector productivo desde las organizaciones empresariales.
Precisamente esta convención que hoy nos reúne es probablemente la mejor prueba de ello.
No entraré en detalles acerca de la metodología con la que se ha conducido este trabajo, porque ya lo explicó nuestro vicepresidente ejecutivo, César Dargam. Aunque sí destacaré que este ha sido un gran ejercicio de consenso.
Las conclusiones de esta convención son fruto de la participación de más de 400 profesionales, incluyendo académicos, consultores y empresarios.
Además hemos puesto especial atención a que entre estos profesionales y empresarios haya una auténtica representatividad territorial, tomando en cuenta la mayor cantidad de puntos de vista posibles.
Igualmente hemos buscado una representación de todos los sectores económicos de la vida nacional, tanto de las empresas grandes como las pequeñas; tanto de los sectores más tradicionales como de los más novedosos. El tejido empresarial dominicano es diverso y así lo hemos querido reflejar en nuestras conclusiones.
Ahora es el momento, en que todos los esfuerzos que hemos estado realizando durante meses se cristalizan en este estudio que entregamos a la sociedad dominicana.
Lo que este documento recoge no es otra cosa que la voz de los sectores productivos dominicanos. Y es realmente una gran satisfacción poder compartir esta voz con todos ustedes y comenzar así un diálogo, un intercambio de ideas.
Amigos y amigas,
Hablando de intercambio de ideas... Muchos de ustedes estuvieron presentes hace un par de meses cuando dije unas palabras en el almuerzo de la Cámara Americana de Comercio.
Les hablaba entonces de que debíamos insertarnos plenamente en el nuevo modelo de comunicación orbital que rige el siglo 21.
El modelo que ha dejado atrás la comunicación vertical, en la que unos pocos hablaban y el resto escuchaba, y que ha dado paso a las comunidades en las que todos somos emisores y receptores.
En esta sociedad orbital la comunicación se establece en torno a propósitos o causas compartidas y es necesario convencer a nuestros interlocutores y explicarles los porqués. Ya nadie quiere ser un mero espectador, todos queremos ser parte de la conversación.
Tampoco es suficiente con tener un buen producto ni basta con defender nuestros intereses como sector, ahora nuestra responsabilidad debe ir más allá y compartir las metas y objetivos de toda la sociedad.
Pues bien, amigos y amigas, creo que los resultados de esta Convención nos colocan en una excelente posición para dar respuesta a las demandas de esta nueva sociedad.
Porque si bien es cierto que es mucho lo que hemos ido logrando como sector privado y como país, no es menos cierto que debemos estar listos para dar el siguiente paso. El paso que nos permita mantener y superar los niveles de progreso y prosperidad en que vivimos.
Señoras y señores,
Me gusta pensar en los resultados de esta Convención como un compromiso que hacemos con la sociedad dominicana. Y también como un acuerdo que hacemos con las instituciones políticas del país.
¿Qué quiero decir con esto? Que como sector privado somos conscientes de nuestra responsabilidad con el país. Tal como nos muestran los resultados que ustedes conocen, nuestro aporte a la economía y al crecimiento del país es, me atrevería a decir, decisivo.
Porque con más del 85% de participación privada en la economía, 87% en el consumo y 90% en el crecimiento, no solo nos hemos consolidado como uno de los países que más crece en la región, sino también como aquel en el que el sector privado tiene mayor responsabilidad en dicho crecimiento.
Esto quiere decir que el sector privado es la punta de lanza del progreso del país, y eso debe ser motivo de orgullo. Pero esta posición privilegiada también implica que es mucho lo que podemos hacer para superar la deuda social que, aunque se ha ido mitigando, el país arrastra hace décadas.
Y siendo líderes en los sectores económicos en los que desarrollamos nuestra actividad empresarial, igualmente debemos asumir la responsabilidad de liderar en el desarrollo social y humano del país.
Este liderazgo puede tomar la forma de diversos programas de Responsabilidad Social Corporativa, como se ha analizado en las recientes mesas de diálogo. Pero también, puede tomar la forma, aún más directa, de hacer todo lo posible porque nuestros empleados logren el crecimiento humano y económico que merecen en su carrera profesional.
Todos sabemos que una población con más poder adquisitivo es una forma de dinamizar el consumo, el comercio y la recaudación fiscal. En definitiva, el desarrollo de una clase media sólida es la columna vertebral de una economía desarrollada.
Incluso desde una perspectiva puramente egoísta, las grandes oportunidades para que nuestras empresas prosperen se encuentran en la mejora de la competitividad a todos los niveles.
Es aquí donde realmente podemos dar pasos de gigante empresa a empresa, sector por sector, y todos juntos como nación.
Por eso creo que, como país, deberíamos proponernos la meta de estar entre los 50 primeros países en el Índice de Competitividad Global para el año 2024.
Y sin duda el documento emanado de esta Convención pudiera ser una gran herramienta para alcanzar este objetivo. Porque durante las sesiones de trabajo nos trazamos metas que van más allá del crecimiento del PIB, para enfocarse también en creación de empleos, en desarrollo sostenible, en educación y en protección social.
Y para poder alcanzar esas metas hemos establecido una propuesta de hoja de ruta en la que queremos trabajar conjuntamente con todos los sectores, y muy especialmente con el sector público, para que sea posible su implementación efectiva.
Las propuestas que hoy presentamos son las respuestas a muchas preguntas que estaban en el aire y que hemos resumido en cada una de las mesas de trabajo. Preguntas que no responden solo a las necesidades del sector privado, sino que también pudieran ser metas comunes de la ciudadanía.
¿Cómo hacemos para que el crecimiento económico llegue a todos?
¿Cómo hacemos para aumentar la productividad al ritmo que necesitamos?
¿Por qué hay tantas personas buscando empleo y a la vez se hace difícil cubrir ciertos perfiles?
¿Cómo hacemos para innovar, no solo en una empresa o un sector concreto, sino en el conjunto nuestra economía nacional?
En definitiva ¿Qué debemos mejorar para que los cambios ocurran al ritmo que queremos?
Y para darles respuesta queremos contar con todos los sectores de la vida nacional y, por supuesto, con el compromiso del sector político.
Amigos y amigas,
Como ya he mencionado en otras ocasiones, en el CONEP creemos que el mejor modelo de negocio es el que se basa en el principio de ganar - ganar.
Y con ese espíritu, estamos decididos a dialogar, a construir consensos con todos aquellos que estén dispuestos a trabajar por los grandes objetivos que compartimos como nación.
De esta manera, no solamente estaremos creciendo cohesionadamente, sino que estaremos trazando una sola vía a través de la cual obtendremos un mayor crecimiento económico y social en el país.
Ya tenemos en nuestro país un buen referente de este tipo de estrategias conjuntas: la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, que sin duda ha sido muy útil en los últimos años para que el sector público y privado caminen de la mano.
Desde que la Estrategia se puso en marcha, hemos demostrado que podemos mirar más allá del corto plazo y coordinar la acción de los actores públicos y privados en torno a objetivos de país.
Como he mencionado en alguna otra ocasión, el momento actual nos invita a revisar esta estrategia, tanto a nivel de contenido, como de los mecanismos que garantizan su cumplimiento.
Y para la comunidad empresarial llega ahora el momento de ir un paso más allá, de tener una visión propia del camino a seguir. Sabemos además, que no basta con propósitos, hay que orientarse a resultados concretos.
Eso significa que desde el punto de vista de la metodología, hemos querido que este sea un documento dotado de pragmatismo. Porque aunque indudablemente tenga una visión a largo plazo sobre el país que queremos ser, hemos buscado que sea también útil para empezar a trabajar desde hoy mismo.
Por eso, hemos buscado en todo momento variables que sean medibles, indicadores objetivos en torno a los que se puede coordinar una acción institucional y empresarial efectiva, alrededor de cuatro ejes fundamentales: adecuación del modelo económico y social, innovación, institucionalidad y sostenibilidad.
A continuación, un breve resumen las principales propuestas de esta convención.
PROPUESTAS ESTRATÉGICAS PARA EL DESARROLLO DE LA REPÚBLICA DOMINICANA
Sobre la base del desempeño que ha tenido la República Dominicana, desarrollemos un entorno que garantice la sostenibilidad del crecimiento económico, sustentado en políticas fiscales, monetarias y financieras favorables. Un Estado que fomente la competitividad, que procure mayor calidad y eficiencia del gasto, niveles de deuda y reservas adecuados.
Promovamos desarrollo social. Generemos más empleos de calidad y capital humano, con una orientación a desarrollar los sectores productivos.
Trabajemos para alcanzar el potencial que tienen los sectores productivos de cara al futuro. Incentivemos la internacionalización y la participación en cadenas globales de valor.
Ante los retos que trae consigo la Cuarta Revolución Industrial, a través de legislación y políticas públicas generemos un ecosistema que fomente la innovación, promoviendo mayor asociatividad público-privada-académica, alineando el sistema educativo, y desarrollando fuentes de financiamiento.
Manifestamos el compromiso del sector privado de incorporar la innovación en las empresas, a través de una nueva cultura organizacional que promueva la adecuación de su estructura operativa, la ampliación de la oferta de capacitación, y la identificación de nuevos mecanismos de inversión en I + D + i.
Promovamos el fortalecimiento institucional para un efectivo control y fiscalización del Estado, una adecuada rendición de cuentas y un responsable sistema de consecuencias.
Garanticemos la independencia y modernización de nuestro sistema de justicia.
Impulsemos las reformas necesarias para mejorar la seguridad ciudadana.
Orientemos el ODS 17 identificando y analizando el estado de alianzas para el desarrollo (existentes y potenciales), para acelerar los objetivos, especialmente ambientales. Abordemos de manera integral el acelerador de producción y consumo sostenible, facilitando canales de comunicación para el desarrollo de alianzas. Promovamos la economía circular y la gestión integral de residuos.
Desde el sector privado, asumimos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como plataforma de gestión de riesgo, mejora continua y gestión de impacto. Fortaleceremos la capacidad de las empresas de implementar prácticas sostenibles de negocio, promoviendo el liderazgo para la sostenibilidad.
Señoras y señores,
El año que viene, por si a alguien se le había olvidado, es un año electoral en nuestro país. Eso quiere decir, por un lado, que la atención del país está puesta en el corto plazo, en las encuestas, las declaraciones y las alianzas que pueden llevar a una u otra opción política al poder.
Sin embargo, las elecciones son también un momento para mirar más allá. Para comparar ideas, propuestas y modelos de futuro.
Este informe que presentamos hoy es una propuesta de hoja de ruta para el país, basada en las capacidades y anhelos del empresariado y en el futuro de crecimiento con equidad que deseamos para la República Dominicana.
En este sentido, tenemos la esperanza de que todos los candidatos, tanto a la Presidencia como al Congreso o a los gobiernos municipales, conozcan este documento y lo encuentren de interés.
Entendemos que, dado que partimos de un análisis serio y riguroso de las capacidades productivas de cada una de nuestras regiones, este informe constituye un valioso insumo para un buen programa de gobierno.
Queremos, por tanto, acercarnos a todos los candidatos, y motivarlos a hacer suya esta agenda.
Confiamos en que la compartan con sus colaboradores, traten de discutirla y de ver cómo puede encajar con la visión política que es propia de cada uno. Quizá para algunos las propuestas del eje de innovación sean más interesantes y para otros las ideas del eje de institucionalidad sean más provechosas.
Sin embargo, quisiera recalcar que hay un valor aún más importante y primordial que los mencionados hasta ahora.
Un valor que mantiene su vigencia en cualquier coyuntura y época y que, como tal, atraviesa transversalmente todos los ejes de esta agenda. Me refiero a la estabilidad algo que personalmente, considero irrenunciable.
La estabilidad política, económica y social es el sostén indispensable de la paz y del desarrollo del país. Es la base sobre la cual luego podremos construir institucionalidad, innovación, productividad, empleo y riqueza para todos y todas; por eso es fundamental recordar que sin ella, no tendremos nada.
Un rápido repaso a los titulares que llegan de algunos países de nuestro entorno, debería servirnos como un llamamiento a la sobriedad y la responsabilidad colectiva que tenemos sobre el destino de nuestro país.
Ningún proyecto económico, político, social o personal es tan valioso como para que compense poner en riesgo este bien intangible pero indispensable que, insisto es la estabilidad.
Confío realmente en que todos lo veamos así y que a lo largo de este próximo año, en todos los ámbitos, demos muestra de la madurez democrática que ha alcanzado el país.
No me cabe duda que esto es lo mínimo que nuestro pueblo espera de los líderes empresariales, políticos y sociales del país. Y no les podemos fallar.
Amigas y amigos,
Más allá de los ciclos electorales estamos en un periodo de cambios.
Cambios sociales, económicos y tecnológicos a los que no solo no podemos dar la espalda, sino que además pueden ser muy provechosos para la República Dominicana.
Cambios que van más allá de un sector u otro de la economía, para envolver al conjunto del país.
Tenemos una población joven, estamos de hecho, justo en el momento en que los economistas llaman el bono demográfico.
Tenemos una economía cada vez más internacionalizada, que continúa abriéndose a mercados más diversos.
Tenemos una revolución tecnológica a la vuelta de la esquina, de la mano de las redes 5G, de las ciencias de la vida y de la convergencia de ambas con la inteligencia artificial.
Tenemos en definitiva, la posibilidad de abrir nuestra economía a nuevas oportunidades en un escenario más amplio y dinámico.
Un escenario que puede ser de crecimiento generalizado, con más equidad y con plena inclusión.
Pero nada de esto ocurrirá por sí solo. Ni tampoco podrá venir de la mano de un gobierno u otro, ni de las empresas ni de la sociedad civil por sí solas.
Hacerlo realidad exigirá el esfuerzo de todos juntos, así como su coordinación y desde luego su buena voluntad.
El documento que les presenta hoy el Conep es un llamado para aprovechar el momento y abrir de par en par esta ventana de oportunidad.
Es como les dije, la voz de los sectores productivos dominicanos. Y esperamos que esta voz encuentre oídos interesados en toda la sociedad. Dicho de otra forma, confiamos en que muchos se sientan identificados con nuestra causa y entren a formar parte de nuestra comunidad.
Porque en realidad esto que les presentamos hoy, es algo más que un mensaje o una propuesta al resto de la sociedad. Es ante todo, nuestro compromiso ante ustedes.
Un compromiso de mirar más allá de lo que nos concierne inmediatamente, para tener en cuenta las necesidades del conjunto del país.
Un compromiso en el presente, con la mirada puesta en el futuro.
Después de este proceso de diálogo, puedo afirmar, que por fin estamos todos en la misma página. Estamos dispuestos a acompañar, a apoyar y, allá donde sea necesario, a liderar esta transformación que debe transitar nuestro país.
Tengo la certeza de que, si instituciones, productores y sociedad civil, ponemos todos de nuestra parte, obtendremos resultados que nos sorprenderán.
Que nos sorprenderán incluso a corto y mediano plazo.
El tipo de resultados sencillos pero impactantes que nos dejarán preguntándonos ¿Por qué no hicimos esto antes?
Amigos y amigas,
Estoy convencido de que la República Dominicana puede hacer algo más que adaptarse a los nuevos tiempos.
Creo que podemos realmente salir a ganar, a competir y a demostrar lo mucho de lo que somos capaces.
Y pueden estar seguros por supuesto, de que el CONEP estará siempre dispuesto a colaborar y aportar.
¡Estamos aquí para trabajar, codo con codo, junto a todos aquellos estén decididos a desarrollar todo nuestro potencial como país!
Si lo hacemos, estoy seguro de que en décadas futuras podremos volver la vista atrás y contarle a nuestros nietos que fuimos parte de esa generación que logró cosas que parecían imposibles.
Muchas gracias!